Celiatrix puso corriendo su primera lavadora cuentera, ¡qué emoción!....
Érase una vez una niña que siempre llegaba tarde. Tan tarde, tan tarde llegaba siempre, que terminaron llamándola Plastinga.
- ¡Qué pesada, Plastinga, siempre con retraso! - le decían en su pandilla.
A ella no le parecía tan importante eso de la puntualidad, qué manía tenían todos con llegar a tiempo.
Un día la engañaron para llevarla al relojero, a ver qué se le ocurría a él. El relojero la miró de pies a cabeza... de la cabeza a los pies...
- Esta niña está oxidada por dentro - dijo muy serio el relojero.
- ¡¿Cómo se atreve?! - Ésta que suena ahora es la mamá de Plastinga - ¿Está insinuando que mi hija come clavos, y encima cochambrosos?
- Vamos, cariño. No quiero seguir viendo a este señor tan desagradable ni un momento más.
Y así termina la historia de Plastinga, la niña más lenta que una berlinga. Como es un cuento rápido, no caben más explicaciones, cada un@ lo tiene que terminar a su manera, pero rápido.... ¡Ya quedan menos de dos minutos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario